La revolución de los
libros
María salía de casa siempre con un libro en la mano; era
como un pequeño talismán. A cualquier lugar donde fuera allí iba su libro, bien
se tratase del tren, el bus o el metro.
Cuando subía al bus todo el mundo la miraba con rareza por
llevar un libro en las manos en vez de un móvil, como hacía la mayoría de los
jóvenes. En el tren y en el metro le ocurría lo mismo.
Aquellas personas que la observaban de esa manera hacían que
pensara en esos libros –sus libros– que no deseaban mostrar al mundo por miedo
a ser juzgados. Sobre todo los más jóvenes, que siempre llevaban sus móviles
para jugar o mensajearse, eran los más reticentes a mostrarlos, al igual que
sus sentimientos.
Tras varios días de ir con su libro en el transporte público
pudo observar cómo los libros que iban escondidos en las mochilas y los bolsos
iban mandándose pequeños mensajes para que todos fueran soltando una especie de
olores y sabores que pronto harían explosionar en la gente, llevándolos a
sitios recónditos de su imaginación.
De repente un libro saltó de una mochila hacia las manos de
su propietario, haciendo que sonriera y, poco a poco, el resto de los libros
salieron volando de sus escondites a las manos de sus dueños formando una
bonita frase.
NO TENGAS MIEDO A
LEERME; SOY TU AMIGO, NO TU ENEMIGO.
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