Una buena decisión

UNA BUENA DECISIÓN
Mario era un profesional como la copa de un pino: aún no había terminado la carrera de medicina y ya era considerado como uno de los mejores médicos del mundo, pues en su corta experiencia de prácticas ya se había topado con casos muy complicados sucedidos fuera del territorio español. Sabía que la sanidad en esos países del tercer mundo era precaria, y por eso decidió dejar pasar una gran oportunidad en una clínica privada. Llegaron a ofrecerle el triple de su sueldo, pero él seguía rechazándolo porque sabía que en la pública podía ser de más ayuda, ya que era donde acudían todas las personas con graves problemas económicos. Sus esfuerzos por mantener ese sistema de salud se veían obstaculizados por los recortes que el gobierno había decidido hacer pensando en que la mejor sanidad se encontraba solo al alcance de unos pocos, los ricos.
Un día, Manuel, el Consejero de Sanidad, tuvo un accidente de tráfico. Llevado por su forma de pensar, solo deseaba ir a su centro privado, pero la ambulancia le trasladó a un hospital público donde eran especialistas en accidentes de tráfico. Cuando despertó en la sala de espera del hospital 12 de Octubre, lo primero que hizo fue gritar de pánico al ver a tanta gente esperando ser atendida. Sus voces fueron acalladas por una enfermera tras inyectarle un calmante, bajo la atenta mirada de Mario.
Mario hizo gestos al celador para que le ayudara a llevarlo al quirófano. En el trayecto, aunque Manuel estaba adormilado, se iba percatando de lo mal que se encontraba ese hospital con apenas trabajadores para el buen funcionamiento y con todos los ascensores públicos y algunos de personal rotos por la inexistencia de presupuestos para el mantenimiento.
A pesar de la falta de medios, tras una complicada intervención de varias horas la operación salió bien, gracias al buen hacer de Mario y de su equipo. Tras lo sucedido, Manuel decidió aumentar los presupuestos para la sanidad pública, viendo la escasez de recursos que tenían.